SIRGUERAS
De las orillas del rio Nervión nace la ciudad de Bilbao.
A principios del siglo XX la ciudad Bilbao vivía épocas de bonanza, con el auge de la industria naviera y de la siderurgia que se convirtieron en el motor de la economía local.
Los primeros sirgueros oficiales fueron bueyes. Posteriormente se "liberalizó" el sector y los sirgueros pasaron a ser tripulantes de las embarcaciones remolcadas, hombres o bueyes. O una mezcla de todos ellos. Las guerras carlistas mermaron la mano de obra masculina, enviados al frente o a la mar.
Por las características hidrográficas y los depósitos de arena en la ría, no eran pocas las ocasiones en las que embarcaciones de gran calado no podían seguir su rumbo. Es entonces cuando aparecen estas mujeres, que no eran bueyes ni hombres ni tripulantes, para convertir el puerto de Bilbao en lo que luego fue: el enclave comercial más importante de España.
Las sirgueras, arrastraban y transportaban gabarras llenas de mercancía ría arriba y con la sola ayuda de una cuerda, la sirga hasta los muelles de descarga del mineral de hierro. No recibían sueldos por llevar a cabo su labor, al contrario que los hombres, por lo que muchas veces trabajaban únicamente para comer ese mismo día.
Además de su precaria situación, el trabajo de las sirgueras no estaba exento de peligros: En ocasiones, las tormentas azotaban la costa, y las olas furiosas ponían en riesgo sus vidas mientras trabajaban en las aguas embravecidas. Sin embargo, su determinación y coraje nunca flaqueaban, y continuaban desempeñando su papel vital en el comercio de Bilbao.
Hoy en día, las sirgueras de Bilbao son recordadas con respeto y admiración, y su espíritu vive en la ciudad como un recordatorio de que el género no determina la capacidad ni el valor de una persona. Su historia es un tributo a todas las mujeres que han luchado por igualdad y oportunidades en un mundo que alguna vez las subestimó.
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